VELAS DE MASAJE: EL PLACER DE CUIDARSE EN COMPAÑÍA

 


Las velas, en sí mismas, son símbolos de luz y calidez, a un mismo tiempo. Hay pocos elementos decorativos que consigan un efecto tan calmante y evocador. ¿Te imaginas la nueva dimensión que adquiere este objeto cuando podemos usarlo para un agradable masaje? Una invitación a la calma, al abandono, al placer de compartir momentos con alguien querido: una charla, una bebida, quizá... y luego, lo que sea menester.

Pero no es algo exclusivo de parejas; también se puede disfrutar en soledad, por el gusto de sentir el calor en la piel y darnos un respiro de nuestra agitada vida diaria.

Estas velas, además, están intencionadas; o sea, tienen en su interior elementos de este maravilloso rincón del mundo: piedras de mármol, flores de helicriso y otros. Cada una es diferente y contiene su propio toque, con la intención de hacerte llegar la energía y la calma de la sierra de Aracena. Esta zona es muy rica en calizas, no en vano en las inmediaciones se encuentra la Gruta de las Maravillas. 

¿Queman? No. Se trata de cera de soja con un bajo punto de fusión, por lo tanto se vuelve líquida a menor temperatura. Además tiene aceites vegetales, como el de almendra o sésamo, y mantecas, como cacao o karité, amén de fragancias naturales y/o aceites esenciales. De este modo, en sí mismo, éste es un aceite de masaje convertido en vela.

Se usa encendiendo la vela al iniciar la jornada y puede usarse a los veinte minutos más o menos, dependiendo de la temperatura de la sala. Con la vela encendida aún o, si no se desean correr riesgos, apagada, se vierte parte del aceite de masaje ya sea en la mano de quien masajea o en la piel de quien recibe... eso sí, nunca está de más comprobar antes la temperatura para valorar si es la que nos gusta y evitar "sustos" en pieles hipersensibles.

Merece la pena probarlo y son ideales para regalar.

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